martes, 8 de marzo de 2011

Robert Longo


Abres la puerta, levantas la vista y te paras. Ves unos ojos observandote, transmitiendote tanto y dejas de respirar. Los contemplas con la tranquilidad del observador que sabe que no puede ser visto, aquel al que no le avergüenza mantener la mirada con la obra. Y por fin expiras, susurras "guau" y bajas las escaleras para acercarte a descubrir su secreto.
Este artista estadounidense pinta a gran formato detalles significativos que dan mucho sentido a la vida. Pinta miradas, que son puertas abiertas del alma, que nos muestran un sentimiento en la personalidad de las imagenes. Pinta los barrotes de un tigre que refleja la fuerza natural. Y pinta también grandes espacios arquitectónicos que nos dicen: eres pequeño en la inmensidad de lo que te rodea, ser mortal. Habla de sentimiento, de dominación y subordinación, y de humildad.
Cuando por fin llegas a escasos centímetros de la magia descubres su truco, pero éste en vez de tornarlo todo simple y sin sentido te abre a un mundo de admiración profunda hacia el mago. Es carboncillo, trazos de oscuridad que en su minucioso trabajo han construido un hiperrealismo negro que transmite más sentimiento que los propios colores. Ahora que ya conozco el truco, vuelvo a alejarme lentamente hasta que los trazos vayan uniendose en mi retina formando figras que reconozco éstas uniéndose a la vez hasta descubrirme el rostro y la mirada de la musa.
A estas alturas he dejado de escuchar lo que suena a mi alrededor y simplemente oigo los latidos de mi corazón y mis pensamientos.
Reparo en unos espejos de colores que hay cerca de los cuadros, por toda la sala. Pienso... si los cuadros son en blanco y negro, cómo se volverían si los viésemos de otro color? Asi enfoco la mirada para visualizarlos a partir de estos espejos y advierto: ganan fuerza pero pierden sentimiento. La obra tras un color rojo coje una intensidad poderosa, pero ya no reparo en el mensaje que me cuentan los ojos.
La siguiente sala tiene un tigre tras unos barrotes firmemente resaltados. Son los barrotes los que hablan no el tigre y lo mismo sucede con los espacios de edificios que me encuentro en la tercera sala. Para concluir la exposición cuenta con pequeños cuadros utiliados, creo, como esnayo.
Qué he visto? Una descripción de lo que es el hombre: sentimiento, lucha de poder y dominación y humildad frente a la naturaleza aún con la intención de alcanzar su grandeza. Y me ha parecido... MARAVILLOSO. Recomiendo verdaderamente que quien tenga la opción de ver alguna obra de este autor, aproveche la oportunidad.